En este artículo entrevistamos a toda una eminencia de la hepatología española, un referente en histopatología hepática y hepatitis víricas, y quien también es historia viva de la AEEH. Charlamos con el Dr. Miquel Bruguera Cortada, que será el encargado de abrir el próximo 26 de febrero a las 20:30 la Mesa especial «50 Años de Hitos», dentro de nuestro 50º Congreso Anual en Madrid. Bruguera se licenció en Medicina en en 1965 en la Universidad de Barcelona; en 1972 se especializó en Medicina Interna y del Aparato Digestivo y en 1979 se doctoró en ella. Realizó su formación de posgrado en el Hóspital Saint-Antoine de París (1967-1968) y en el Royal Free Hospital de Londres (1975). Entre 1979 y 2000 ha sido jefe de sección del Servicio de Hepatología del Hospital Clínic, y en 1985 era profesor titular de la Facultad de Medicina de la Universidad de Barcelona. Además, entre otros cargos, fue presidente de la AEEH de 1993 a 1997.
Usted será el encargado de iniciar la Mesa “50 años de Hitos” en el Congreso el 26 de febrero.
Así, es. Me hace mucha ilusión. Me han dicho que tengo que resumir 50 años en 5 minutos, ¡haré lo que pueda!
¿Qué recuerda del origen de la AEEH?
La asociación de hepatología empezó en el año 67, el primer presidente fue Díaz Rubio, catedrático de Patología y Clínica Médica. En el segundo congreso se le puso un primer nombre, Asociación Española de Hepatología, y ya en 1985 se le puso el nombre actual porque así se llamaban todas las asociaciones de hepatología en Europa.
Usted formó parte de la primera Sección de Hepatología de España Cuéntenos más ¿Cómo eran esos años?
Sí. El primer contrato el Hospital nos lo hizo en el año 1967, pero todavía no había un servicio de Hepatología ni de Digestivo como tal, nosotros nos autodenominamos Unidad de Hepatología, nos lo autoimpusimos sin que fuese oficial. Estaba dentro del Servicio de Medicina Interna, porque lo que había era varios digestólogos, pero no había ningún servicio específico con este nombre. Todos los servicios de especialidad se crearon en el año 1972 cuando se hizo la reforma del hospital. Se creó un servicio de Hepatología, independiente del servicio de Gastroenterología, y se nombró al Dr. Joan Rodés jefe del servicio Él fue quien me propuso trabajar con él como hepatólogo.
¿Qué doctores le acompañaban en esta aventura?
Estaban el Dr. Joan Rodés, el Dr. Josep Terés, el Dr. Josep M. Bordas, Dr. Vicente Arroyo, el Dr. José Mª Sánchez Tapias y yo. Yo había conocido a los tres primeros en la Clínica Médica C donde habíamos entrado de alumnos internos.
¿Cuáles fueron vuestros primeros objetivos y pasos?
El objetivo que teníamos era crear un grupo de trabajo que fuese estimulante, que nos divirtiera, dar un servicio a nuestro hospital y si creíamos, que es lo que esperábamos hacer, ser útiles al país, conseguir que fuéramos el motor de crecimiento de la hepatología en España. Teníamos la convicción de que el nivel científico del hígado en España era muy mediocre porque no había nadie que se dedicase a esto de un modo específico. La especialidad de Digestivo estaba más centrada en hacer endoscopias, en el tubo digestivo, y el hígado quedaba un poco en manos de nadie. Era el gran olvidado.
¿Por qué se creó la AEEH?
Porque el Dr. Diaz Rubio era un internista, catedrático de Patología Médica, al que le gustaba mucho el hígado y él traía influencias europeas. Se había formado cuando era joven con un médico austríaco muy experto en hígado, Hans Heppinger, que por desgracia era nazi y se suicidó antes de los Juicios de Nuremberg. Entonces Díaz Rubio veía que aquí en España no se avanzaba en investigación de hígado, y pensó que crear una asociación que sí lo hiciera, como ya ocurría en Europa.
Prácticamente, fueron coetáneos en el tiempo: el Dr Díaz Rubio creando la AEEH y usted y sus compañeros en el Clínic…
Sí, efectivamente. A nosotros nos gustaba también mucho el hígado, pero no teníamos ninguna relación con nadie. Yo tenía 25 años entonces. Éramos muy jóvenes. No habíamos tenido tiempo de hacer nada, pero si teníamos mucha ilusión por hacer. Por eso nos pareció que si nos juntábamos varios con las mismas aspiraciones conseguiríamos hacer más cosas que cada uno por su cuenta.
¿Qué balance hace de su trayectoria?
Yo estoy muy contento de todo lo vivido, la verdad. He sido presidente de la AEEH de 1993 a 1997, he sido presidente del Colegio de Médicos de Barcelona 16 años, presidente del Círculo de Salud de Cataluña, he tenido bastante proyección personal y he escrito artículos… en fin, me ha ido bien, tengo que reconocerlo. Eso sí, siempre he estado con el Dr. Rodés, que era el jefe absoluto. Porque era una persona extraordinaria, con un carisma y una capacidad notables. Él tuvo un papel fundamental como impulsor de iniciativas de la sociedad, como motor del progreso de la AEEH orientado a convertir la asociación en un foro científico de nivel internacional y como un espacio de proyección de los jóvenes investigadores españoles.
«He tenido la oportunidad de ver como empezaba la Hepatitis C y ver como acaba. Esto ocurre con muy pocas enfermedades»
A nivel de hepatología, ¿en qué grandes avances ha participado usted?
Sobre todo en dos. A nivel de hepatitis víricas, fui de los primeros que tuvo la oportunidad de trabajar con la vacuna de la hepatitis B porque tenía contactos con el laboratorio que hacía la vacuna y me dieron algunas para que las usara. Hice varios estudios que en aquel momento eran novedosos, y fuimos los primeros en vacunar, por ejemplo, al personal sanitario, a las mujeres embarazadas, a los niños de esas mujeres con VHB.
Y en segundo lugar, me dediqué en buena parte a hacer biopsias de hígado en el microscopio como los patólogos hacen. Lo estudié en Inglaterra y aquí yo era un clínico que hacía de patólogo, y eso me daba mucha ventaja porque sabía tanto de Anatomía Patológica como de clínica.
¡Pues ahora está usted ya a las puertas de ver el final de la Hepatitis C!
Sí, ha sido muy interesante. Yo soy de los más mayores de todos en la AEEH, por lo que he tenido la oportunidad de ver como empezaba la Hepatitis C y ver como acaba. Esto ocurre con muy pocas enfermedades, ver el inicio y también el final. Esto es una curiosidad que he vivido, y también la Asociación.
¿Qué es lo más positivo que destaca de la AEEH en estos 50 años?
Creo que lo mejor de la sociedad es que éramos todos muy amigos, la gente que trabaja en hígado en cualquier cuidad en España se relacionaban muy bien con todos los que trabajábamos en lo mismo, éramos muy buenos compañeros, muy solidarios. Estos años, ha habido un acuerdo entre todos y nos hemos respetado siempre. Nunca hubo tensiones ni envidia entre compañeros. Esto no ha ocurrido nunca. En el Clínic, en mi caso, siempre hemos acogido muy bien a todos los especialistas que han venido a aprender, de cualquier punto de España. Creo que de esta forma hemos levantado el nivel de conocimiento del país en enfermedades del hígado. Esto es lo que me satisface más, haber contribuido a crear un clima de amistad y de ayuda mutuas.
¿Qué le parecen las acciones de la AEEH para colocar la salud hepática en primera línea de la agenda pública?
Me parecen estupendas. Es que siempre los hepatólogos hemos tenido esa voluntad de poder influir porque la Administración a veces necesita cerebros que tomen la iniciativa y les guíen, porque ellos no son expertos, saben gestionar, pero necesitan que les orienten hacia donde debe ir esta gestión para tener buenos resultados. Y eso es lo que está haciendo la AEEH.
¿Cuáles son sus deseos para la AEEH para el futuro?
Yo ya estoy de salida y pasó mi tiempo de comprometerme o influir, pero sí les quiero aplaudir a los que están ahora lo bien que lo están haciendo en todos los campos. Deseo a la AEEH que siga cumpliendo años, cosechando avances y haciendo crecer el nivel de la hepatología española.